Reynaldo Armas en una presentación de su discográfica, la número 30 en su carrera
artística. Durante la rueda de prensa ofrecida en los salones de la terrazas Steak House, Armas dio a conocer su nuevo
disco El Caballo de Oro, una producción que rescata la pureza
rítmica de la bandola y reivindica el sonido de este instrumento dándole el
sitial de honor que merece dentro de la orquestación de la música llanera.
Reinando Armas cuenta
que una de sus canciones más especiales está dedicada a Rucio Moro, la historia
del noble bruto al que halló muerto víctima de una centella.
“Ese era el caballo de mi casa, en el que hacía
los mandados y que vi morir cuando yo tenía siete años de edad”, dijo Armas
Estas declaraciones del Venezolano, Nos inspiraron a Analizar esta gran canción del llano. Pero antes Escuche Este gran Tema.
La Muerte del Rucio Moro es un canto magistral a la
naturaleza y una extraordinaria descripción de la inmensidad del llano. Esta
letra es un lamento por la pérdida del caballo, compañero de las aventuras y
desventuras del llanero. Se observa en esta canción una abundante descripción
de los hechos que rodean la muerte de este animal cuando se afirma que
"...lo hallaron en el potrero con la nuca reventada, parece que una
centella le dio una vuelta e´ campana...". Quiere indicar esto que en un
primer momento el autor no está seguro de cómo ocurrió la tragedia porque el
verbo parecer indica un supuesto mas no un hecho cierto.
Reinaldo Armas hace uso además de la connotación lingüística
al comparar su tristeza con el luto que lo embarga en la siguiente expresión:
"...quien se iba a imaginar que a mi caballito algo malo le aguardaba,
para quitarle la vida dejando mi alma enlutada...". La descripción
prosigue con el mal presagio que sintió al ver la caballeriza un poquito
solitaria, y es en ese momento cuando se dirige al lugar de la tragedia donde
corrobora personalmente que el Rucio Moro había sido alcanzado por una centella
"...llegué al lugar donde estaba mi caballo, vi los impactos de un rayo en
medio de cuatro palmas...". Las palmeras vienen a ser un indicativo de que
el ambiente geográfico se sitúa en el llano.
Se evidencia en esta canción un evidente proceso de humanización al atribuirle a la potra zaina destellos de preocupación por la muerte del caballo "...más a la orilla del río con otras bestias pastaba la potra zaina, dando vuelta y relinchando bastante desesperada...". Otro aspecto bien significativo en esta letra es el buen uso del lenguaje formal "...cuando fui a cerrar sus ojos le brotaron sendas lágrimas...". En este caso el adjetivo plural sendas es usado de manera correcta y significa una para cada cual; es decir, una lágrima en cada ojo". Frecuente este adjetivo se usa equivocadamente al considerársele como sinónimo de inmenso, grande o descomunal, por lo tanto sendas lágrimas no significa en ningún momento inmensas, grandes o descomunales lágrimas.
Se evidencia en esta canción un evidente proceso de humanización al atribuirle a la potra zaina destellos de preocupación por la muerte del caballo "...más a la orilla del río con otras bestias pastaba la potra zaina, dando vuelta y relinchando bastante desesperada...". Otro aspecto bien significativo en esta letra es el buen uso del lenguaje formal "...cuando fui a cerrar sus ojos le brotaron sendas lágrimas...". En este caso el adjetivo plural sendas es usado de manera correcta y significa una para cada cual; es decir, una lágrima en cada ojo". Frecuente este adjetivo se usa equivocadamente al considerársele como sinónimo de inmenso, grande o descomunal, por lo tanto sendas lágrimas no significa en ningún momento inmensas, grandes o descomunales lágrimas.
Continúa el proceso de humanización cuando se le da facultad reflexiva
a una garza blanca que observaba en la cañada, así como a un carrao que cantó
en una punta de mata y a una triste paraulata que enmudeció la sabana con su
nostálgico trinar. La melancolía también hace estragos en el ánimo del autor
cuando observa en la arena del río las huellas del caballo que acaba de morir,
y como elemento característico de la poesía romántica considera que el culpable
del infortunio es el destino "...la soga de mi cariño apareció reventada
por unos cuantos tirones del destino en su jugada.
La nostalgia se hace más notoria en el extracto donde el
hombre se despide de su compañero de andanzas ya fallecido "...adiós amigo
me brotó del corazón, sentí gran desolación cuando le daba la espalda...".
Es el último adiós al amigo. Sólo quedaba esperar que el tiempo redimiera las
heridas. Es impresionante también, la cantidad de elementos literarios ligados
a la naturaleza que se observan en esta obra poética "...cayó la tarde
desensillando arreboles, cuantas lunas cuantos soles presagiaron mi
nostalgia...". En este caso la luna y el sol fungen como observadores de
una tragedia que marca la vida del hombre-poeta: La Muerte del Rucio
Moro.
Una vez más se evidencia la implacable presencia del destino
y la humanización en la siguiente exclamación: "...caballo rucio te
saliste del corral, convertido en vendaval volaste la puerta e´ tranca, jamás
pensaste que te acechaba la muerte, culpable tu mala suerte que te condujo a la
trampa..." La silla y el bozal también sufren un proceso de humanización
cuando se preguntan con dolor "...por qué el destino traidor no cambiaría
su morada..." a lo que la talanquera y la manga de coleo se suman a este
diálogo imaginario del poeta. La Muerte del Rucio Moro desata toda la
inspiración del hombre-poeta que con tristeza asume que su caballo fue
enmarañado por las trampas del destino y que, sólo en su recuerdo y en las alas
de la inspiración, vivirá eternamente.
Gracias por amar el llano
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